Cuando fuimos alzados desde la soledad
prometimos mirarnos desde adentro.
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Prometimos no dejar
de mirar lo de adentro.
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Prometimos perdonar
desde adentro.
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¿Cuándo perdimos el rumbo
de nuestras miradas?
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¿Desde cuándo se nos antojó
mirar desde afuera?
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Hoy me di cuenta que afuera nos dejó
el crecer de nuestra incomunicación.
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